Había una vez un gran planeta muy triste y gris. Sus habitantes no lo habían cuidado y aunque tenían muchos inventos y naves espaciales, las basuras y la suciedad se miraban por todo el campo y ya no quedaban plantas ni animales. Un día, recorriendo las montañas de ese planeta, en una de las cavernas un niño encontró una pequeña flor roja; estaba muy enferma, casi a punto de morir, así que con mucho cuidado la recogió con su tierra y empezó a buscar un lugar donde pudiera cuidarla. Buscó y buscó por todas partes, pero los sitios estaban tan contaminados que seguramente la flor no podría sobrevivir en alguno de esos lugares. Entonces miró al cielo y vio la luna; pensó que aquel sería un buen lugar para llevar la planta.
El niño se puso su traje de astronauta, subió a una nave espacial y viajó con su planta hasta la luna. Lejos de tanta suciedad y con los cuidados del niño que la visitaba todos los días, la flor se recuperó y creció. Tanto y tan bien la cuidó, que poco después brotaron más flores; esas flores dieron fruto y los frutos semillas que el niño regó por toda la superficie y en poco tiempo la luna entera estaba cubierta de flores. Por eso de vez en cuando, cada que las flores del niño se abren durante algunos minutos, esa luna se tiñe de un rojo suave y así nos recuerda que si no cuidamos la tierra, llegará un día en que solo haya flores en la luna.
!FELICITACIONES!
ResponderEliminarEn Pitalito tambien podemos hacer un espacio donde brillen flores de mil cvolores, sólo debemos cuidarlo y regar la semilla.
un abrazo.
Leo