UN PORTERO FIEL…. UNA VIRTUD PERDURABLE.

 

Sigilosamente olfatea los alrededores de su colegio

Wilmer Collazos

Sara Inés Guerrero

Un refrigerio tras otro recibe Mateo por parte de los niños, especialmente durante las horas de recreo; ellos, con profundos sentimientos de aprecio, lealtad y ternura, le brindan pedacitos de pan, salchicha, dulces y otros comestibles, que él graciosamente atrapa por el aire.

La fidelidad de este compañero doméstico y su alegría por la presencia de sus jóvenes amigos, la expresa batiendo su cola.  Pero que nadie se asome por fuera de la reja, porque inmediatamente deja su pasividad y se convierte en celoso guardián.

Este personaje canino, un cruce entre lobo siberiano y labrador, se ha convertido en el guardián del colegio, el juguete preferido de los niños y el compañero inseparable del celador de turno.  Su privilegiada vida escolar, le ha enseñado como superar la usencia de los primeros amos, afecto que un día cambió por el bullicio y la alegría estudiantil.

¿DE DONDE LLEGÓ?

Un día pasaba por el colegio, cuando don David, el celador anterior, le brindó un poco de comida; desde entonces el perrito empezó a frecuentar más el colegio, hasta que trasteó con todo y cama.  Ahora, después de 5 años y pese a la insistencia de sus dueños legítimos, quienes han intentado llevárselo varias veces, él se empeña en quedarse con nosotros.  ¿Será que sabe de la historia bíblica, en la que la mujer de Lot, (a quien se le dijo que no mirara hacia atrás porque se convertiría en estatua de sal) desobedeció y la advertencia se hizo realidad?; de pronto pensará: “para atrás, ni para coger impulso”; por eso persigue la vida fortaleciendo sus lazos de amor y fidelidad, entregando todo de su ser natural en favor de los que le dan cariño y cuidados.

Mateo nos enseña.  Quien lo creyera pero si.  Nunca rapa la merienda de nadie, jamás ataca a ningún niño aunque lo mire corriendo, observa de reojo pero con respeto a todos los que ingresan al colegio y con sabiduría selecciona a los que merecen sus latidos.  Mirando su vida, aprendemos que en la cara oculta de nuestra sociedad, el ser “animal” hace desvanecer el valor por la existencia y la conciencia de cuidar a estos valiosos y verdaderos amigos.

Nuestras fuentes en esta recopilación de datos sobre Mateo, fueron el profesor Tomás Palomares y el más dicharachero de los trabajadores, quien se hace llamar san Juan o Tobías; mantiene sonriendo y siempre dice “relájese” ¡que la vida es bella!, “en qué le puedo colaborar?” y “con mucho gusto”.

La permanencia de Mateo tiene un grato y especial significado dentro del Instituto San Juan de Laboyos y todos coincidimos en que es una de las más particulares e íntegras figuras perrunas por su educación, paciencia, serenidad y servicio; parece tan instruido, aun cuando a veces se echa una canita al aire, deambulando solo por el andén con un gran respeto y cuidado a hacia las señales de tránsito.

¡Muy feliz,…porque estamos de celebración!.

Recientemente un perro callejero lo agredió provocándole una infección en una oreja; por varios días sufrió un debilitamiento progresivo.  Tal parece que el impulso por una perrita transeúnte y de la cual Mateo quedó flechado, hizo que el feroz enamorado lo atacara.  Gracias a la oportuna atención del veterinario, su vida volvió a ser normal.

Imaginemos, aunque sea por un instante, que Mateo pasa sus últimos momentos de vida recordando lo maravilloso que fue haber sido un perro muy especial en este mundo, que vagó libre por las calles periféricas del San Juan, su casa, y que nos observa desde donde está. Si lo miramos bien, sabremos que sonríe porque en aquel espacio que exploró en vida, supo sembrar semillas de lealtad, un gran aporte moral a la comunidad educativa del San Juan.